lunes, 4 de febrero de 2013

Instrucciones para todo

Ya hemos visto en clase los cinco tipos de textos: narrativo, descriptivo, dialogado, expositivo y argumentativo. Dentro de los textos expositivos encontramos los textos instructivos. Hay miles de textos instructivos (cómo montar un mueble de IKEA, cómo hacer funcionar un teléfono móvil, cómo poner a punto un electrodoméstico...). Sin embargo, dentro de la literatura también podemos encontrar textos instructivos. El más conocido es "Instrucciones para dar cuerda al reloj", del escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984). Este texto pertenece a su libro Historias de cronopios y de famas, publicado en 1962. Aquí os dejo el "Preámbulo", que ya conocéis de clase, leído por el propio Julio Cortázar.



En ese mismo libro hay otras "instrucciones": para subir las escaleras, para entender tres pinturas famosas, para matar hormigas en Roma, para llorar. No son instrucciones al uso, por supuesto, sino creaciones literarias, muchas veces (o todas) con un punto de ironía. Mirad, si no, estas "Instrucciones para subir las escaleras":

   Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
   Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
   Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

Con esa idea os mandé hacer vuestras propias instrucciones. Aquí tenéis algunas, no todas. Iré subiendo más poco a poco, además de que decorarán las clases.

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