domingo, 14 de octubre de 2012

Poemas de Safo

Como dijimos en clase, Safo pertenece al período arcaico de la literatura griega, en torno al siglo VII a. C. Enmarcada dentro de la lírica personal, las características principales de su poesía (que conocemos gracias a fragmentos o citas tardías) es la sentimentalidad volcada en los versos. Ya no estamos frente a la sobriedad en el lenguaje y la métrica que vimos en la Ilíada o la Odisea homéricas. Aquí los versos son más breves, la métrica no es igual en toda la estrofa y la temática es más intimista.

Os dejo algunos poemas de Safo, la poeta que después inspiraría a Catulo y, a través de la tradición romana, a toda la literatura posterior. Y eso a pesar de que de los nueve libros de poesías que escribió, únicamente nos han llegado algunos fragmentos y dos poemas completos.


Me parece el igual de un dios, el hombre
que frente a ti se sienta, y tan de cerca
te escucha absorto hablarte con dulzura
y reírte con amor.

Eso, no miento, no, me sobresalta
dentro del pecho el corazón; pues
te miro un solo instante, ya no puedo
decir ni una palabra,

la lengua se me hiela, y un sutil
fuego no tarda en recorrer mi piel,
mis ojos no ven nada, y el oído
me zumba, y un sudor

frío me cubre, y un temblor me agita
todo el cuerpo, y estoy, más que la hierba,
pálida, y siento que me falta poco
para quedarme muerta.



Morirás, bella joven;
ni servirá ser bella,
ni quedará memoria
de ti sobre la tierra,
porque las frescas rosas
no has gozado de Pieria:
y así desconocida
irás a las cavernas
del horroroso Dite,
ni será quien te vea
cuando en las vanas sombras
des fugitivas vueltas.



Amor bulle en mi pecho
y sin cesar voltea
mi corazón amante
y acá y allá le lleva;
mis miembros desenlaza
su poderosa diestra,
y en viéndome rendido
ya me desprecia y vuela;
tiene sus lindas alas
cual ave, mas es fiera,
y dulce y apacible,
y de indomable fuerza.
Atis, de tu abandono
al crudo Amor te queja,
que en los ojos me abrasa
de Andrómeda la bella.



De los verdes manzanos
en las frondosas cimas,
con estruendoso ruido
las aguas se deslizan,
las puras frescas aguas
que el peñasco destila;
el delicioso estruendo
de las hojas movidas
del apacible viento
süave sueño inspira
y con Venus hermosa
soñaba que dormía;
mas de las altas ramas,
del viento sacudida,
una roja manzana
de mi sueño me priva.

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