miércoles, 19 de septiembre de 2012

"Prodigiosos mirmidones"

Acaba de publicarse en la editorial Capitán Swing el manual Prodigiosos mirmidones. Antología y apología del dandismo, coordinado por Leticia García y Carlos Primo.



Los mirmidones eran un antiguo pueblo de la mitología griega situado en la parte central de Grecia (la zona se conoce como Tesalia). En la Ilíada de Homero (que estudiaremos en Literatura Universal) aparecen como un pueblo valiente, de guerreros muy capaces, que lucharon en la Guerra de Troya bajo las órdenes de Aquiles. Descendientes del rey Mirmidón, que a su vez descendía del dios Zeus, los mirmidones (término que en griego significa hormigas) reciben ese nombre de un mito: para conquistar a la bella princesa que engendraría después al futuro rey Mirmidón, Zeus se metamorfoseó en una hormiga. Esta leyenda mitológica, con algunas variantes, aparece también en Las metamorfosis de Ovidio (libro que también estudiaremos en la asignatura). Así nos lo relata el poeta romano Ovidio:
                                                        Salgo, y hombres como lo que

en las imágenes de mi sueño me había parecido ver, iguales

los contemplo y reconozco uno por uno; se acerca y me saludan

como su rey. Cumplo mis votos a Júpiter, reparto la ciudad

entre mis nuevos súbditos y los campos vacíos de sus antiguas labriegas

y los llamo Mirmídones sin privar al nombre de su origen.

Ya has visto sus cuerpos; el carácter que antes tenían,

lo tienen también ahora; es una raza ahorrativa, infatigable,

tenaz al aprovisionarse y que guarda sus provisiones.

Ovidio, Metamorfosis, libro VII versos 649-657

Actualmente, cuando hablamos de dandisdandismo enseguida nos vienen imágenes del pasado: caballeros elegantes de otra época acudiendo a salones culturales para entablar larguísimas conversaciones sobre poesía o pintura, vestidos con sombreros de copa, relojes de bolsillo y siempre siempre llevando el mentón bien alto.

Oscar Wilde, Charles Baudelaire, Coco Chanel, Tom Wolfe..., escritores o diseñadores de distintas épocas que representan el dandismo. ¿En la actualidad existen todavía los dandis?

El libro Prodigiosos mirmidones recoge la definición que el propio Baudelaire (en Literatura Universal de 2º de Bachillerato leeremos su poemario simbolista Las flores del mal) empleó en 1853 para describir a los integrantes de una curiosa secta que poco a poco fue calando en la alta sociedad del París de la época. Los inicios del dandismo.

Volviendo a la pregunta anterior, ¿hay dandis en pleno siglo XXI? Estas son algunas de las características para reconocerlos:

  • El dandi es el último resplandor de heroísmo en decadencia, como escribió Baudelaire.

  • Una forma de protesta, bella aunque chocante. No quiere gustar, sino disgustar o sorprender o epatar. Resultar distinto.

  • Una elegancia distinta. Usa la elegancia y al mismo tiempo la rompe. Esmera su vestuario, pero no solo admite, sino que precisa de disonancias. Corsarios de guante amarillo, que diría Balzac.

  • No es solo ropa y adorno, sino ideología. Manera de vivir, de estar a la contra. Imagen pensante.

  • El diablo con apariencia de hermoso adolescente, naturalmente melancólico.

  • El cruce inextricable con el esplín (spleen, acordaos de esta palabra, la usaremos muchísimo cuando lleguemos a Baudelaire), el hastío y la añoranza.

  • Buscan el aplauso de la minoría –a la que buscan escandalizar– y el desdén de la mayoría  –su enemigo mortal–.

  • No quiere pertenecer a ninguna clase social –a la alta tampoco–; aspira a ser un desclasado, lo que le permitirá más libremente lucir su extraña rebeldía, que en ocasiones hasta parece ir contra la vida misma porque aún es más dandi la mera ambigüedad.

  • La teatralidad. Escapar de la decepcionante realidad, estetizando la cotidianidad y convirtiendo la vida en una cuidada autopercepción.

  • El dandismo es una distinción más metafísica que social, como dijo Barthes.

  • Cultiva el detalle y la anécdota en detrimento de los grandes valores. Se aferra a un mundo perdido a través de pequeños gestos y detalles efímeros. Esta fugacidad lo convierte en un nuevo estoico.

  • Un aristócrata individual.

  • Fiel a sí mismo.

  • Se le atribuyen todos los pecados, las perversidades y todos los desvíos imaginables, incluidos los sexuales.


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